Mierda, se nos ha olvidado comer. Mierda, se nos ha olvidado cenar. Nada que no arreglen un par de Westmalles triples. Ahora entiendo por qué me volvieron tan loca y terminé puteando camareros. Y etcéteras nocturnos. Colofón final tradicional al sabor de Joppiesaus.
La resaca es mala compañera de viaje, pero allí se vino con nosotros, a la misteriosa Louvain-la-Neuve. Por fin nos conocemos. No es tan fea como quería pensar, pero es prefabricada y no parece Bélgica. Leuven gana. Mucho Hergé, y mucha persona queriendo hablar español. Inclusive un tipiquísimo "bueeenaaas" de tasca española. Qué risa. Mais ce pour la.
Después vino el día de los tres países. Desayunamos -más o menos- en Leuven (Bélgica), comimos en Maastricht (Holanda) y cenamos en Aaschen (Alemania). Hay que tomar más decisiones repentinas. Maastricht (o Mastrique) supo a poco, así que introdujimos Aaschen en nuestro planning. Pre-cio-sa. Y no es un pueblo como yo pensaba (verificado después por Wikipedia). Comimos salchichas y bebimos cerveza, a modo de práctica para mi próximo viaje (Berlín is coming).
Last destination: Amberes. Para terminar. Turismo alternativo. Tunel retro hacia el otro lado del río. Jirafas que no existen. Chinatown, y barrio judío.
Y todos estos días aliñaos de risas, fotos rápidas, anécdotas y "achos". It was a pleasure!
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Aunque suene a niñería, a momento de ahora me da pereza volver a viajar. Pero cuando pise Berlín se me quita el cuento. Nächste Halt: Berlin.